Desde tiempo inmemorial, el oficio del maestro cantero apareció como algo enigmático. Rodeado de un aura misteriosa el cantero o constructor de iglesias y catedrales, se nos presentaba como un sabio conocedor de los secretos del Universo. Dichos secretos habían sido heredados de su maestro que en una cadena inmortal se habían transmitido durante generaciones y generaciones.
Sabemos por documentos que nos han llegado que algunas corporaciones guardaron los "secretos de su Arte". Dichos secretos del "magister murii" estaban relacionados con el conocimiento de los métodos geométricos necesarios para trazar el proyecto del edificio, de forma que "partiendo tan sólo de la justa medida, la escuadra y el compás".
Estas formas geométricas, habían sido ya buscadas en el Arte Clásico y reflejaban las proporciones celestes, en la arquitectura ideal (Arquidamante), en la escultura real (Polícleto), la música ideal (Pitágoras). Siendo la fuente principal de las ideas estéticas medievales las que encontramos en los tratados técnicos que transmitió Boecio, quien en su Aritmética resume a Teón de Esmirna y a Nicómaco de Gerasa y en su Música, basada en Euclides y Ptolomeo.
Un magister, podía levantar una iglesia, sin proyecto, sólo con la ayuda de la escuadra y el compás. El secreto de como lo hacía, se mantuvo durante muchos siglos, lejos de los oídos profanos, aunque se dieron divulgaciones "parciales", en trabajos como la obra anónima Pratike Geometrie, en dialecto picardo o el Cuaderno de notas de Villard de Honnecourt, que desvelaba algunos secretos del oficio, relacionados con temas elementales de Geometría.
La" justa medida" a la que hacían referencia los tratados, en la España Medieval se trataba del pie romano ( 30 cms.), la vara de Burgos (83,58 cms.), el pie de Teruel (25,60 cms.) el pie de Alicante (30, 4 cms.), este último parecido al pie inglés (30,48 cms.). Como ejemplo decir, que las catedrales de Santiago y León, siguen la justa medida del pie carolingio (32,16 cms.) la de Toledo, el pie capitolino (29,57 cms.). Las catedrales de Burgos, Salamanca, Segovia o Sevilla utilizaron el pie castellano (27,86 cms). Y fue ya Felipe II, que en un edicto del 24 de junio de 1568, impuso para homologar edificios, "la vara castellana que se ha de usar en todos estos reynos, sea la que hay, y tiene la ciudad de Burgos".
En fin, a partir de esa "medida cierta", el maestro debía desarrollar sólo con compás y escuadra todas las magnitudes del edificio para la planta y el alzado, sólo por medios geométricos. Este conocimiento de determinar las proporciones, esencial para realizar la obra, era considerado "secreto profesional". Aunque autores como Roriczer, divulgaron parte de los secretos, y como a partir de un cuadrado se podían generar rectángulos al trazar una diagonal de medio cuadrado (la sección aúrea).
Guardar estos secretos de oficio es el origen de la masonería y sus logias, ya que la masonería se define como "asociación secreta de masones" y se remonta a estas confraternidades de albañiles que se diferenciaron de los albañiles vulgares.
A continuación os dejo con marcas lapidarias identificadas en su esquema geométrico en la Catedral de Toledo, publicadas por la UNED.
Fíjate, Mercedes, que opino igual sobre las construcciones del Antiguo Egipto. No todos tenían los conocimientos para construir pirámides. Digamos que esos conocimientos superiores solo los tenían unas pocas personas, que los legarían a quien creyeran conveniente (seguramente familiares aptos) hasta que algún suceso abrupto (guerras, revoluciones internas por hambrunas u otras causas, etc) llevó a que muriera el último de quienes poseían esos conocimientos hasta acabar construyendo otro tipo de monumentos
ResponderEliminarDe entrada, gracias por estar ahí. Interesante tu aportación, da que pensar. Creo que grupos de conocimiento e información "limitada", los ha habido desde hace mucho tiempo. Quien tiene la información tiene el poder.
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