Paseo por el Toledo de la Inquisición

Hablar de la Inquisición es hablar de una institución que abarca desde 1278 hasta su abolición definitiva en 1869. Como organización, la Inquisición española fue un modelo de organización y un ejemplo para cualquier estructura administrativa, con unos funcionarios muy escrupulosos que iban hasta más allá de sus fuerzas para cumplir su deber. Eso ya es mucho decir a su favor... y  nadie podrá discutirles ese merito.

La Inquisición nace, porque política y religión es decir,   el poder va de la mano y el origen del Santo Oficio, lo encontramos en esa Europa Católica que pretende tomar medidas contra los rebeldes cataros. Los cataros, pienso que les importaban en un principio un rábano a la Iglesia, pero cuando los señores dejaron de ir a sus iglesias para rezar en el campo y dejaron de pagar diezmos... eso ya fue otro cantar. Y el grito de Inocencio III, fue sonado porque proclamó la primera cruzada contra cristianos en Occitania. La cantera de los inquisidores se encontró entre los monjes mendicantes de reciente creación, es decir, dominicos y franciscanos que al no tener ya la proclama del "ora et labora" en el monasterio, pues podían ir de aquí para allá descubriendo herejes, brujas y lo que se les pusiera a tiro. El Santo Oficio se instaurará en el Reino en el año 1478, y se abolirá con las Cortes de Cádiz,  aunque Fernando VII, lo traerá de nuevo al Reino en un par de ocasiones.

La Inquisición Española pasó de matar gatos negros y pobres curanderas del medio rural, como el resto de Europa. Aquí lo que interesaba era afianzar una política "clerocratica",  como muy bien dice Juan G. Atienza en la que nadie fuera la que fuera, su talla social o intelectual podía escapar de su brazo. 

La Inquisición intervino en escritos, adulterios, curanderías, hechicerías de poca monta, negativas de comer cerdo, o el imperdonable descuido de no descubrirse ante el Viático. Todo acto cotidiano podía ser juzgado por aquella mano censora y neurótica, y todo hijo de vecino podía ser víctima de torturas horrendas, hasta la muerte que en ocasiones era un acto de clemencia.

 Recibir azotes públicos, quema de efigies, destierro, cárcel, galeras, penitencia pública... o simplemente te relajaban., era el pan de cada día.  La relajación era quemarte en la  hoguera, en vivo y en directo. Si abjurabas de tu pecado se te evitaba la lenta agonía de las llamas  con el garrote y se quemaba el cuerpo muerto. La verdad importaba un pimiento, sólo se buscaba la confesión del culpable. Aún así nuestra Inquisición mató muchísimo menos que los protestantes en Europa quemando a pobres mujeres acusadas de brujería.


Fue a raíz de trabajar en Entorno Toledo, que me interesé más seriamente en la Santa Inquisición, la brujería, y temas diableros. Ya que un buen día Julián Baños, me comentó que me preparara la ruta de la Inquisición.  Desde aquí recomendar la bibliografía de Juan Blázquez Miguel, Luis Rodríguez Bausa, Juan G. Atienza y Jesús Ávila, que toca el tema. En breve, también saldrá un libro de Ignacio Carmona que  ampliará la información que hasta ahora tenemos sobre este tema.

Lo de la Santa Inquisición, es para hacer exclamar apocrifamente al Quijote, con la Iglesia hemos topado, Sancho amigo, tal y como muy bien afirmaba el amigo Juan Blázquez.

Lo que hoy es Castilla la Mancha, se repartió  "inquisitorialmente", entre tres tribunales  a saber: Cuenca, Murcia y Toledo. Durante años apenas ha surgido bibliografía al respecto de Cuenca y Toledo. 

Fue Nuñez de Castro quien comentara que fue el Cardenal González de Mendoza quien creó el primer Tribunal en el año 1478,  en Guadalajara y el brasero se puso junto a la ermita de Santa Olalla y esta sería la primera Inquisición de Castilla. Y si bien esto no se puede confirmar que sea exacto si se puede decir que en 1483, ya decía que la Inquisición estaba asentada en las casas de Pedro de Alarcos, teniendo el brasero en el sitio que decía Nuñez de Castro.


La desaparecida Casa del Corregidor en la calle Libertad de Ciudad Real, fue la Casa de la Inquisición.
Puerta de la Sinagoga de Ciudad Real
Hoy en día ya sabemos que el primer Tribunal inquisitorial estuvo en Ciudad Real, ya que los conversos de Toledo hicieron presión mientras pudieron para que no estuviera en la ciudad. Así que tenemos que Pedro Díaz de Costana, canónigo de Burgos y Francisco Sánchez de la Fuente, canónigo y provisor de la diócesis de Zamora fueron los inquisidores que actuaron en el Campo de Calatrava y en el Arzobispado de Toledo. Las casas de la Inquisición estaban en la calle Libertad (antes llamada de la Inquisición) . Y en estos autos podemos leer que los dos primeros procesados fueron un matrimonio, Sancho y su esposa Ana Díaz, los cuales reunían en su casa a los judaizantes para observar las estrellas.


«judaysaron e heretizaron guardando la ley de Muysén... comiendo e fisieron comer a los de su casa pan cence-ño en las pascuas de los judíos... comían carne muerta en cerimonya judayca... ny comían de los pescados vedados de la dicha ley de Muysén, todo en forma judayca e a modo de judíos, siguiendo sus pisadas».

Mucha gente ignora que con ese crimen contra el patrimonio ejercido en Ciudad Real en nombre del progreso, la pobreza y la incultura  no sólo cayó su muralla, sino una de las juderías más importantes de Castilla la Mancha con más de dos mil judíos. Y aún hace unos años aparecían "pequeños tesoros" escondidos por los judíos en su judería, de la que formaban calles como Lirio, Paloma, Palma. Mismamente en el Museo Provincial de Ciudad Real se puede ver una puerta de una Sinagoga. 

 El Rabí Alvar García, vivía en pleno centro de Ciudad Real, en la Plaza Mayor, justamente la casa donde hoy está ese reloj homenaje al Quijote. Pero prosiguiendo con el tema, once fueron los autos de fe que se realizaron en un campo próximo a la puerta de la Mata, donde fueron procesadas unas 200 personas y relajadas más de 50. El 15 de junio de 1485, el Tribunal se aposenta en Toledo y aquí comienza nuestro paseo por el Toledo inquisitorial.

La luna brilla, las calles están silenciosas y nuestros pasos retumban en el silencio.

Nuestra primera parada es San Juan de la Penitencia, y es que parece que la clientela en Ciudad Real se les ha quedado pequeña y Toledo con tanto converso y noble con ansias carnales, promete bastante como lugar para dar ejemplo. Se aposentan en una casa alquilada al contador mayor de Enrique IV,  Diego Arias Dávila que vendió al regidor de Toledo ,Gonzalo de Pantoja por 200.000 maravedíes. Las casas colindaban con el ábside de San Justo. Ya en 1511, Cisneros empieza a comprar casas y construye el monasterio que funda en el año 1512 y el colegio de Doncellas. Así que los inquisidores, estuvieron en esta lugar durante 28 años, haciendo de las suyas.
San Juan de la Penitencia


Las primeras redadas inquisitoriales en Toledo, fueron en masa, y el Tribunal, trabajaba de día y de noche para ejecutar sentencias con caracter inmediato. El Santo Oficio buscaba la pureza de la fe, y las multas pagaron la conquista de Granada, gracias a los juicios contra los conversos. 

El siguiente hito de nuestro recorrido lo encontramos en la Posada de la Hermandad de los Montes de Toledo, que fue utilizada como cárcel inquisitorial.

Desde aquí podemos seguir nuestro paseo hasta el cobertizo del Pozo Amargo, lugar donde encontramos junto a la Calle del Diablo y el Callejon del Infierno, las brujas de la ciudad... las futuribles víctimas de esa Inquisición. Dejaremos algunos de los casos más sonados como el de la monja que levitaba y que las hermanas del convento tuvieron que crear un cazamariposas para atraparla para otro día o las echadoras de judias, o la bruja que provocó que el infierno se abriera en mitad de Toledo por sus fechorías para otro día.

Convento de Santa Isabel
Seguimos nuestro caminar hasta encontrarnos con el Convento de Santa Isabel, dicho convento cuenta en su historia con un párroco que en el siglo XVI fue acusado de "solicitante", o sea que este buen hombre absolvía de los pecados, tirandose a las feligresas, y bien que se las tiraba, porque cuando fue llevado ante la Inquisición, había en su haber ya  15 feligresas preñadas.

Esto nos lleva a explicar que la Inquisición no sólo ajusticiaba a brujas y tipos que imitan a Gandalf, sino que también se metían en asuntos carnales, como la sodomía, la zoofilia, la poligamia y las relaciones habidas fuera de matrimonio. Vamos que un fogoso macho iberico requería de amores, por sus picorcillos primaverales, a la moza  de buen ver del lugar sin haberse casado, alegando que la maciza se lo iba a pasar pipa... Que si el calorcito es muy rico, y  te va a dar gustirritín, que eso de estar pura y casta cual ramo de azahar de una novia es una chorrada. En fin, que con esfuerzo consume la coyunda, la niñá se arrepentía, se iba al cura a confesar... y este convencía a la inocente criatura de que denunciara al seductor a la Inquisición. Así que tu enamorada te ponía en manos del Santo Oficio, que alegando que habías puesto en duda de que el fornicio entre solteros no es pecado, te juzgaba. Y tras una noche intensa para hacerte confesar, al pobre mancebo se le encogían las ideas por una temporada, de la paliza inquisitorial y otras barbaridades de escarnio público, además del multazo por unos simples retozones en el pajar con aquella moza. La España Negra... negra y reprimida.

Proseguimos en la noche, la huella inquisitorial y nos damos de bruces con la Plaza Juego de Pelota. En ella estaba la segunda Casa de la Inquisición, que compran a un judío converso.

Seguimos caminando y nos encontramos con uno de los casos más raros que dejó al Santo Oficio sin respuesta. En la calle de San Miguel de los Ángeles, existía un convento con dicho nombre, seguramente de origen franciscano. En el año 1630, ingresa San Francisco de la Santísima Trinidad, el cual tenía la facilidad de contactar con las almas de los fallecidos.

Este monje convertía la comunión en un espectáculo, ya que cuando comulgaba se le hinchaba el paladar, de forma burlesca se reía, revolcaba, y maldecía con voces extrañas. Otras veces en vez de muertos se le aparecían santos y quedaba en extasis, habiendo testigos de sus levitaciones por el corredor del convento. El Santo Oficio, no supo que decir, si el pobre hombre tenía problemas psiquicos, era un santo o un endemoniado, así que suspendieron la causa por falta de datos.

Ya en San Pedro Mártir, actual sede de la UCLM, tenemos el convento desde el que salía la procesión inquisitorial haciendo el recorrido del Corpus.
El impresionante claustro renacentista del convento dominico de San Pedro Mártir

Un auto de fe,  era la victoria de la clerocracia por encima del rey, nobles, ricos y burgueses. El auto de fe era una proclamación urbi et orbe de las sagradas decisiones del Tribunal y exigía publicidad, difusión de acto social, al que se debía asistir como acto de testimonio evangélico. Los actos de fe para ello se realizaban dentro de las fiestas mundanas, fiestas locales, o con motivo del nacimiento de un príncipe, bodas reales, etc. no podía faltar un buen espectáculo inquisitorial que amenizara las fiestas con la quema de unos cuantos herejes.

Plaza de Zocodover, con el Arco de la Sangre al fondo.

Todos los participantes en el juicio inquisitorial, se iban a la Plaza Mayor ( en este caso Zocodover) se consagraba el cadalso, se ponía todo el escenario pomposo para que los nobles, cortesanos desde sus balcones en primera fila vieran el espectáculo, de la lectura de penas, tras el sermón inicial. Desde el convento más cercano generalmente de Predicadores, salía la Cruz Verde, es decir el emblema de la Inquisición, la Cruz flanqueada por una espada y un ramo de olivo. Un cortejo de frailes oraba, y la concurrencia para no ser meros espectadores sino buenos cristianos pues llevaban troncos y sarmientos. Y así desde las siete de la mañana al anochecer entre oraciones y sermones interminables que se repetían.


La penúltima casa de la Inquisición, es la Iglesia de San Vicente, donde se instalan en el año 1561, según aparece en documentos el Dr. Diego Rámirez, inquisidor, precursor del proceso contra el cardenal Carvanza. Engloba la Iglesia y la entrada por la calle Lorenzana, teniendo ventanas a la calle Tendillas.


Y por fin, la última Casa de la Inquisición, estuvo en lo que hoy es  Hacienda, hasta el año 1834...

La Inquisición no desapareció del todo,  y aún existe bajo el nombre de la Congregación para la Doctrina de la Fé.

Ah, como se que ese Ciudad Real judío, del que ya hablaré despacio es muy desconocido, me despido con este azulejo de su sinagoga:




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