Lo que hoy incluyo en la La Luz del Medievo, se trata de una recensión del libro de Isidro Bango Torviso: Edificios e imágenes medievales, realizada para la asignatura "Fundamentos del Arte Medieval Hispano" correspondiente al Máster Universitario en Mundo Ibérico Medieval: Hispania, al-Andalus y Sefarad , que actualmente estoy realizando.
BIOGRAFÍA AUTOR: Isidro Gonzalo Bango Torviso nació en Ferrol en el año 1946. Historiador del Arte, especializado en Arte Románico y Prerrománico, es Doctor por la Universidad Autónoma de Madrid, donde ejerció como Catedrático de Arte Antiguo y Medieval. Es autor o ha colaborado en numerosas obras de referencia y artículos, además de haber comisariado exposiciones de gran importancia como “Las Edades del Hombre”, “Las Edades de un Reino”, “Alfonso X el Sabio”, etc. Sin duda, es uno de los mejores especialistas de la materia que hoy nos ocupa.
OBJETIVO
PRINCIPAL DE LA OBRA: Ya en la introducción el propio
Isidro Bango nos comenta que por lo general el estudio de un período histórico se
suele hacer a partir del análisis de las fuentes documentales, referencias
cronísticas y la historiografía posterior. En estos trabajos las formas
artísticas son meras ilustraciones. Sin embargo, para el autor, las obras de
arte en muchas ocasiones son el único o mejor testimonio que nos permite
aproximarnos al hombre que las creó y la sociedad donde se desarrollan.
El objetivo
central de esta obra es acercarnos a los edificios e imágenes de la Edad Media,
para entender el contexto de la sociedad en que fueron creadas. Esto es posible
a través de lo que Isidro Bango ha denominado historia de las mentalidades,
donde la función y el estilo son producto de las ideas de una época. Para ello,
abordaremos los grandes temas que son más significativos y esclarecedores,
leyendo fuentes y viendo imágenes. El
autor divide la obra en varios bloques, donde aborda edificios religiosos,
profanos e imágenes de los edificios.
Es cierto que nos
han llegado muchos más oratorios, iglesias y monasterios que edificios civiles,
ya que solo las iglesias y castillos tuvieron carácter monumental en esta época
y no es hasta la Baja Edad Media que la transformación social y el progreso
técnico favorecerán la aparición del palacio y la casa señorial. Estos
edificios estarán al servicio de las pretensiones aristocráticas y
diferenciadoras de sus dueños, dotándoles de un gran patio y una fachada
ornamentada y procurando mayor comodidad a sus señores. Por otro lado, las
iglesias se adecuarán a las reformas eclesiásticas, aunque la trascendencia
espiritual de las viejas fábricas y el recuerdo de sus fundadores harán que se
conserven viejas obras como tributo.
RESUMEN:
Iglesias
y monasterios, tienen dos conceptos diferentes, las primeras por sus usos
litúrgicos y los segundos por sus necesidades monacales, a lo que se suma las
diferencias entre la tradición hispana y romana.
La sustitución de
lo hispano por la reforma romana no se produjo a la vez en todos los reinos peninsulares,
este será un proceso largo y complejo que abarcará el siglo XI.
Nuestro
cristianismo primitivo tiene estrechas relaciones con las comunidades
cristianas de África que, junto con los padres orientales, influirán en la
formación de nuestra iglesia, así como en la vida monacal. El cristianismo
hispano tuvo, por ello, personalidad propia. La denominada liturgia mozárabe es
la liturgia hispana que se formó durante la monarquía visigoda en Toledo. Ésta
se desarrolló en Hispania, que es donde la tardoantiguedad sobrevivió más, ya
que los visigodos eran los bárbaros más romanizados. Mientras leemos, veremos
la evolución arquitectónica de una iglesia desde la tierra patrimonial[1], que se le adjudica al
sacerdote para su sustento por la ley canónica (ad ciborium), al atrio,
espacio restringido y acotado que será usado principalmente para uso funerario (ad
tumulandum) y es además lugar de refugio seguro para quien se acoja a su
inmunidad.
Los pórticos
poseen pequeños nártex y tienen una finalidad litúrgica, social, funeraria y
principalmente penitencial.
La liturgia
secreta del misterio que llegó desde África creará canceles de madera y piedra
similares al iconostasio bizantino e incluso un arco que divide el templo en
dos espacios (uno dedicado al arcano y otro para los fieles), que a la vez se
compartimentan en función del sexo o su calidad como católicos. En estas iglesias
altomedievales aún encontramos la donaria y secretaria que sirven
para depositar los utensilios sagrados y las ropas de los oficiantes, y que serán
el origen de la sacristía. El baptisterio monumental es de planta circular donde
encontramos la piscina bautismal que dará paso a la pila bautismal en época
posterior.
La catedral era el
epicentro del tejido urbano y la vida de la ciudad. Veremos cómo iglesias,
catedrales y monasterios, aún mantendrán galileas durante algún tiempo, y cómo
los altares, de estar ocultos en la liturgia hispana, pasarán a ser
tabernáculos monumentales en la liturgia romana, con grandes ciborios y
baldaquinos. En el cambio de liturgia y avance de los tiempos, se abrirán las
iglesias para enterramientos y surgirán las capillas laterales con el beneficio
económico que esto conlleva para la Iglesia. Otra particularidad hispánica es
la torre e iglesia encastillada. Son iglesias fortificadas, a través de sus
torres y cimborrios, que nos recuerdan que estamos en pleno proceso de
Reconquista. Esta tipología se exportará al mundo musulmán, que rodeará la
mezquita de murallas almenadas. Además, no podemos olvidar que el obispo era un
señor feudal que iba a la guerra, tenía vasallos y ejercía el poder desde la
catedral.
Y así llegamos a
los monasterios altomedievales, pero por desgracia no nos han llegado las grandes
fundaciones hispanogodas, salvo restos de alguna iglesia monacal. Una de las
particularidades hispanas, era el monasterio dúplice, que tuvo gran importancia
en la época altomedieval donde convivían monjas y monjes, y se dieron excesos.
Cincuenta años después de ser suprimido, aún pervivía con las monjas
tuquinegras que convivían con varones en sus cenobios. Este monasterio tenia la
iglesia con dos naves para separar monjas y monjes.
Los monasterios
cluniacenses apenas se diferenciaban de los europeos, y en los cistercienses
vemos cómo la biblioteca, que se guardaba en un principio en el armariolum,
al crearse amplias bibliotecas más tarde, pasarán a ser espacios privilegiados
funerarios. Los monasterios dominicos y franciscanos, órdenes mendicantes, se
encontrarán en el centro de las ciudades. En oposición a la Cartuja, que posee
celdas individuales para favorecer el silencio. Por su parte, los jerónimos perpetúan
el monasterio benedictino con su sacristía, refectorio, sala capitular, cocina,
cilla y un dormitorio colectivo.
Curiosamente los
reyes hispanos siempre tuvieron inclinación a vivir en monasterios, conviviendo
con monjes o aprovechando la infraestructura de la arquitectura claustral.
Frente a esto encontramos el palacio señorial que demuestra el orgullo de clase
y superioridad, y esto lo vemos también en los palacios episcopales. Entre los
edificios públicos destacamos los ayuntamientos, lonjas, tiendas, hospitales.
En estos últimos resaltamos su planta cruciforme que permite la ventilación e
iluminación y la orden de los Reyes Católicos de que en las ciudades deben
reunirse los pequeños hospitales, en uno grande. Por su parte las lonjas tienen
su origen en el siglo XIV en Cataluña, y en las zonas costeras encontramos las
atarazanas que eran edificaciones para guardar las embarcaciones en invierno y
repararlas.
Las imágenes son ricamente
decoradas, pero sobre todo han sido concebidas por una persona de sólida
formación intelectual, para que puedan ser entendidas por toda la población.
Tienen sentido didáctico, son una catequesis monumentalizada para el pueblo analfabeto
con carácter moralizador, pero para los cistercienses, son una mera distracción
cosa que no pensarán igual obispos y benedictinos.
En los edificios
civiles también vemos motivos religiosos de carácter apotropaico o protector.
Es importante saber que hubo aniconismo hispano en la literatura eclesiástica,
en los siglos VI-X con el denominado Deus Ad sconditus que solo fue
seguida por una minoría del alto clero.
[1] Será
motivo de disputa la cesión de estos terrenos entre los herederos del sacerdote
y la iglesia lo que hará obligatorio el celibato.
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