Guillermo IX , conde de Poitiers y Duque de Aquitania, es el primer trovador cuyo nombre conocemos. Este caballero y poeta estuvo en las Cruzadas, luchando en Tierra Santa y también estuvo presente en la Cruzada Ibérica, en las tierras de al-Andalus.

La respuesta es que ese afecto amoroso es una herramienta para su elevación espiritual, al igual que la danza de los derviches que aceleran el ritmo hasta llegar a un arrebato que les induce a estados alterados de conciencia que desembocan en trances místicos. No olvidemos que esos derviches son también una rama del sufismo.
El lenguaje figurado y alegórico de los sufis es como la poesía mística española de personajes como San Juan de la Cruz o Santa Teresa que además de que beben de sus raíces judías y moriscas, interpretan a su manera el Cantar de los Cantares, donde Salomón juega con esa metáfora de la mujer como alma, que busca la unión con el amado, que es Dios. Y es que tanto la poesía provenzal, como nuestra poesía mística bebieron de esas fuentes sufis de al-Andalus.
Entre los escritos que consultaban los sufis, estaban los textos de Platón, elementos avesticos de Irán... trovadores cataros y sufis tenían en común, la transmisión de conceptos heterodoxos a través de algo inocuo como era un poema de amor. Los versos de unos y otros hacen referencia a la alquimia espiritual.
Denis de Rougemont, dice que la influencia sufi está más que probada, y el camino que la lleva desde España a Francia en el siglo IX y X. Ernest Scott, va más allá y dice que es una acción verdaderamente planificada para influir en Occidente, basándose en el mito del encuentro entre los maestros del esoterismo de Occidente (el Temple) y Oriente (Sufis). De esta forma nació una escuela legendaria de sabiduría que aún hoy se sigue buscando y que de existir ha permanecido oculta a los profanos.
La denominada operación sufí, gestada a dúo con el Temple, en la búsqueda de la reunificación de las Tres Religiones, con un ejercito sufi-templario, y un rey que pudiera ser reconocido por las tres religiones, tendría la poesía trovadoresca en Francia y España, y los Fieles del Amor, con Dante a la cabeza, como representante más conocido. La alquimia fue sin duda una herramienta para esta cadena de conocimiento y transmisión de Oriente y Occidente. Así es como Fulcanelli, en su obra El misterio de las catedrales, interpreta los poemas de amor como un verdadero lenguaje en clave, que habla de las diferentes operaciones alquímicas. Y así es como se habla de esa corriente templaria-sufi que combina simbolos que preservan la tradicion catara del Languedoc.
No es tan descabellado esa relación cataros-sufis-templarios, no podemos olvidar que el sufismo bebía de esas tradiciones avésticas dualistas que inspiraron a Mani, la doctrina maniquea de la que bebía el catarismo, así que no es imposible ese encuentro gozoso entre ellos a espaldas de Roma. Cataros y sufis creían en una verdad universal revelada a través de diferentes maestros y la existencia de un Dios único. Todos ellos creían que el amor era la forma de llegar a Dios. La cuna del catarismo nace en Oriente Próximo de allí pasa a Bulgaria, hasta que los adeptos bogomilos se asientan en el Languedoc.
Asin Palacios, ya demostró la influencia del sufismo en Dante y los Fieles del Amor pero a la vez a través de los cataros que huían y se aposentaron en la corte de Alfonso X el Sabio en Toledo, como Guirard Requier, que el maniqueismo cataro también influyó en la poesia española y andalusí.
No podemos olvidar que los poemas "trovadorescos", sobre el Grial, están compuestos en esta línea. Pero del Grial, ya seguiremos hablando otro día.