La Historia de España en la época medieval es muy especial. Tiene rasgos singulares que sólo acontecieron en este rincón de Europa. En las tierras hispanas, judíos, musulmanes y cristianos convivieron durante muchos siglos.
Hubo minorías judías en otros países europeos, pero por ejemplo en Francia, aunque llegaron los islamitas, en las primeras décadas del siglo VIII, tras la derrota de Poitiers, se replegaron de vuelta al-Andalus.
Constatar este hecho es preciso, porque hay mucha bibliografía, sobre todo del siglo XIX, que tiene una visión distorsionada de esa época y convivencia.
La historiografía del XIX, sólo consideraba españoles a los cristianos, mientras que judíos y musulmanes, eran vistos como ajenos a nuestro país y enemigos.
Fue Francisco Javier Simonet, quien nos dio a conocer a "los mozárabes subyugados por la morisma pero valientes que conservaron durante muchos siglos su fe, su religión, el espíritu nacional y la cultura de la antigua España romano-visigoda-cristiana".
Marcelino Menéndez Pelayo, nos habló de Umar ibn Hafsum, que dirigió la revuelta muladí en al-Andalus, y que al final del siglo IX se pasó al bando mozárabe, convirtiéndose en el "Pelayo de Andalucía".
Pero estas historiografías, están vistas y hechas por los vencedores... porque la auténtica verdad, la tenemos en un documento de la época, del que fuera uno de los más grandes monarcas castellano-leoneses, Alfonso X el Sabio que dijo lo siguiente:
"Ca esta nuestra estoria de las Espannas, general la levamos. Nos de todos los reyes dellas et de todos los sus fechos que acaecieron en el tiempo pasado, et de todos los que acaescen en el tiempo present en que agora somos, tan bien de moros como de cristianos, et aun de judíos si acaesciese en qué".
Es decir que Alfonso X el Sabio, deja bien claro para que no queden dudas que en la historia de España, han participado tanto cristianos, como judíos, como musulmanes. Y esto quiere decir que las gentes del medievo aceptaron no sólo como súbditos de sus reinos a las gentes de otras religiones, sino como parte importante de su presente.
Ya en la segunda mitad del siglo XX, fuimos testigos de la lucha entre dos eruditos republicanos que desde el exilio defendieron sus puntos de vista. Nos referimos a Américo Castro, insigne filólogo y Claudio Sánchez de Albornoz. Américo Castro en su obra "La realidad histórica de España", nos decía que la "vividura hispánica", "la forma de ser y de estar en el mundo de los españoles", surge como fruto de la confluencia durante siglos de las "tres castas" y esto es lo que hace diferente al español de todos los demás europeos.
Américo Castro en su libro "España, un enigma histórico", defendía la idea contraria, "no se arabizó la contextura vital hispánica" y "la contribución judaica a España, también fue limitada".
Tras ellos, Pierre Guichard, profesor de la Universidad de Lyon y uno de los mejores especialistas en la España islámica, afirmó:
"no hubo absorción y asimilación de los orientales por los hispano-visigodos, sino más bien a la inversa, habiendo tenido los poderosos linajes bereberes, gracias a una vitalidad superior y fuerza, tendencia a reemplazar , a eliminar, o a integrar social, económica, y políticamente a las familias indigenas".
En al-Andalus, según contaba Guichard, durante siglos funcionaron la endogamia, la fuerza de la tribu y del clan, el agnatismo, la poligamia, y el papel privilegiado de la masculinidad. Esto explicaría el machismo, el sentido de clan familiar, la calided y hospitalidad, y la "caballerosidad" hispana más patente del centro al sur peninsular. Vamos que según Guichard, los rasgos dominantes del mundo islámico penetraron y bien en las tierras hispanas.
Puntos de vista semejantes, fueron defendidos por el historiador Thomas E. Glick, en un libro más que recomendable: "Cristianos y musulmanes en la España medieval (711-1250)." , donde confirma la influencia en el lenguaje, las manifestaciones artísticas, la economía, la sociedad, el vestir, y las costumbres. Porque los mozarabes que emigran del sur al norte manifestaron una fuerte arabización que a su vez transmitieron a los demás cristianos, pues era signo de refinamiento y cultura. Ocho siglos de convivencia en nuestro territorio, tienen que pesar, le duela a quien le duela, igualmente la convivencia con judíos desde el siglo I, también tuvo que dejar una fuerte huella en nuestra sociedad y cultura.
Los monarcas visigodos tomaron medidas muy duras contra los judíos, y es precisamente en al-Andalus, en el siglo X, en la época del Califato, cuando confluyen las tres religiones en paz, cuando se da la "edad de oro del medievo europeo"; fruto del cual nacerá la época moderna. Sin esa labor de puente cultural, de crisol de razas que hizo España, Europa, no habría avanzado .
Y prueba del nivel cultural de esa España de la convivencia, es la tolerancia de esos reyes cristianos medievales con sus súbditos musulmanes y judios, frente a los reyes que pusieron en marcha las masacres de las Cruzadas en Tierra Santa y en el Languedoc.
Sin duda la pieza clave de esa LUZ DEL MEDIEVO,es la ESCUELA DE TRADUCTORES DE TOLEDO, que se funda a comienzos del siglo XII en Toledo, testimonio fiel de que las tres religiones podían convivir y que además haciéndolo fue cuando más frutos del intelecto dieron y más ideas renovadoras que iluminaron a la humanidad, para tener una visión del mundo con menos límites.
Los españoles debemos sentirnos orgullosos de que la "atlántida" de los musulmanes, esa tierra de al-Andalus, esa Sefarad o Tierra Prometida de los Judíos, y ese Eden, del que habla Ribero Meneses, que estuvo en el norte peninsular, convivieron. Justo en esa tierra mágica, de ciudades de bronce, ríos de cobre,de sinagogas con tierra de Jerusalén, en esa tierra de griales y sierra de la Demanda, Sierra Salvada, o tierra de puros. Lugar sagrado de cenobitas y ribaths. Un lugar que cuando los templarios que procedían de las guerras de Oriente, conocieron y vieron su corte, tuvieron que exclamar, este es el proyecto que debemos difundir una tierra de sabios en paz, que adoran al único Dios, le llamen como le llamen. Y creo que la claudicación y devolución del Ribath de Calatrava, la tercera ciudad del Califato, lugar de enfrentamiento que estuvo defendida por monjes guerreros del Islam, tuvo que ver con esas negociaciones en las sombras que sufis y templarios, en las altas esferas, planificaban.
Pero tuvo que llegar un monarca inculto y ávaro, y la crisis de objetivos tras la caída de San Juan de Acre, para que aquel proyecto de sinarquía universal, se fuera al garete.
Se imaginan que futuro habría tenido España, e no haber echado a sus banqueros judíos y comerciantes musulmanes, de haber seguido siendo tolerantes con otras religiones y no haber caído en el fanatismo ultracatólico de Isabel y sus descendientes, que nos llevaron a las guerras de religión, a ser odiados en Europa y dilapidar toda la plata de América intentando convencer a los protestantes de que pensaran de otra forma.
Nunca fuimos más europeos e influimos más en Europa que cuando el faro de la Escuela de Traductores de Toledo brillaba y que nadie nos convenza y manipule para pensar lo contrario.
Es por ello que en próximos post, iremos desgranando las claves de esa convivencia , simultaneando con otros post de iconografía y simbolos del arte medieval.