Symbollum

Este sábado rescato de mi página Web, un artículo mío sobre el mundo de los "simbolos".

Duerme una canción en todas las cosas,
que sueñan y sueñan,
y el mundo rompe a cantar
sólo con que encuentres la palabra mágica -
JOSEPH VON EICHENDORFF.


La actividad creativa del hombre en su encuentro con la vida y el universo que le rodea descubre su eco, en el arte, a través de la imagen, la palabra y el sonido. Todas las obras artísticas son portadoras de un significado. El arte es una expresión de la intuición del artista y su fantasía, que se manifiesta en palabras, formas y colores. Es su forma directa de percatarse de las cosas aunque lo haga sin una reflexión consciente.


Decía Goethe: "el arte es una revelación que se desarrolla desde el hombre interior", de alguna forma, los artistas han intuido los enigmas del universo y los han plasmado en sus obras. Mediante intuición se puede reconocer lo invisible "anticipar la espiritualización, que de lo discreccional crea el símbolo". La imaginación no debe confundirse con la fantasía desbordada. Gracias a la intuición e inspiración, los artistas hacen que lo visible transparente lo anímico y espiritual, adquiriendo una forma perceptible. Ahí está la materia prima de la que se nutren los símbolos.

Muchos artistas e historiadores de Arte, sostenemos la opinión de que las obras de arte son ya por si mismas simbólicas. Todo Arte, es una representación simbolica del universo, expresando verdades profundas desde la psique del artista, el arte igual que el mito o el lenguaje es una forma simbólica, tal y como dice Ernst Cassirer, en el Arte, "La conciencia no se contenta con recibir la impresión de fuera, sino que cada impresión la enlaza y penetra con una actividad libre de la expresión".

Muchas obras de arte, de poesía, pintura, escultura, tienen dos o tres niveles de significación, al igual que los cuentos populares, según el nivel de evolución o conocimiento, así será el nivel que se alcance en su lectura.

Decía Paul Klee, que "El arte no reproduce lo visible, sno que hace visible". La música, no reproduce lo audible, sino que hace resonar aquello auqello que está más allá de lo audible. Confucio, reconoció su poder terapeutico en el alma del ser humano, en la música medieval europea, se recogió toda la concepción del universo, de pitagóricos y neoplatónicos, asociandolas a ideas cristianas, en las que los números, modos e instrumentos tenían caracter simbólico. En China, su música de cinco tonos, está en relación, con las cinco direcciones del cielo y con los cinco elementos. Es el viejo concepto de la harmonia mundi, en la que el cosmos, encierra la música de las esferas, de los ejércitos celestiales y que vemos en los ángeles músicos del altar de Gante, de Van Eyck.

Las poesías, o los cuadros, esculturas, canciones, tienen el poder de vislumbrar y apuntarnos la posibilidad de otear otras dimensiones de nuestro ser, de cambiarnos el estado de animo con su poder. Y por supuesto cuánto más vinculada está una obra a las creencias y religiones, más simbólica se torna.

El primer refugio del ser humano, fue la cueva, esa oquedad, semejante al útero materno, se convirtió en el lugar mágico, donde se iniciaron los hechiceros y curanderos, y donde los primeros artistas, supieron dar forma a pensamientos, oraciones y deseos. Poco a poco, los avances fueron llegando, y con ellos la agricultura, el sedentarismo y la guerra, acompañados del culto a los muertos, la tesaurización y la visión patriarcal del mundo que les rodeaba, fue arrebatando protagonismo al matriarcado.

Surge el megalitismo, dólmenes, menhires, cromlechs, sepulcros de corredor, construcciones ciclopeas y mitos de diluvios, navegantes y dioses que parten. El culto a la piedra, se pierde en nuestro pasado, pero de nuevo Platón, utiliza el mito de la caverna, como arquetipo cósmico y símbolo ético y moral. Habrían de pasar muchos siglos, hasta que Mircea Eliade, nos habla de que la cueva, representa en nosotros, el más profundo yo del inconsciente, es la materialización del Regresus ad uterum. Ahí es nada.

En todas las culturas, el suelo corresponde a la Tierra y la bóveda al Cielo. En todas, la montaña mágica, contiene la cueva sagrada. Los taoistas nos hablan de la montaña sagrada de Kuen Luen, su axis mundi, que guarda una cueva secreta donde podemos llegar al estado primordial de la creación, antes de la salida al cosmos. La caverna Abu Ya qub, del mundo islámico, nos lleva al Tawîl, o sustancia central. El Templo de Osiris, tambien guardaba las entradas secretas a las cuevas talladas en roca, los esenios se reunían en las cavidades de las rocas del desierto, Jacob, habla en el Génesis, de ser enterrado en la doble cueva del campo de Efron Hetheén.

La caverna, como lugar mágico por excelencia, en contacto con las entrañas de la Madre Tierra, lugar de nacimiento y regeneración. El iniciado moría en su vida laica y salía de allí transformado, era un iniciado, su conciencia se había expandido. Ahora sabía, tras la catarsis de su muerte simbolica, su ser era el mismo pero era diferente.

Tuvo que ser el Cristianismo el que quiso terminar con ese culto a las piedras, que combatió desde el Concilio de Arles, pero pronto se dió cuenta que era mejor recuperar los megalitos a destruirlos. Y así fue como, las viejas piedras, se decoraron con cruces y se construyeron las iglesias en sus proximidades.

Pero la cadena nunca se rompió.. y aquellos símbolos y secretos ya vislumbrados en las cavernas se fueron repitiendo hasta llegar a la Edad Media, por más que los nuevos dogmas represores querían acabar con lo ancestral el inconsciente del hombre no podía renunciar a su lengua materna, universal. Y así en el Medievo, en sus edificios sagrados, encontramos guiño, a la gnosis, Hermes, el Antiguo Egipto, de la mano de esas Vírgenes Negras, que recuperan la iconografía de Isis con Horus, viejos simbolos que ya se esculpieron en los petroglifos prehistóricos, todos se citan para convertir esos edificios en auténticas enciclopedias de la ciencia y el esoterismo que había llegado hasta esos Maestros Canteros.

Las iglesias medievales, se poblaron de laberintos, su suelo enlosado era la Tierra, y sus contrafuertes y nervaduras, sostenían la bóveda que representaba el Cielo.

Esos lugares redescubiertos por la Geobiología, en los que confluyen las energías teluricas, eran lugares ya de sobra conocidos por nuestros antepasados. Corrientes subterráneas, fuentes, cavernas, árboles sagrados, castros y bethilos, señalaban esos enclaves, venas del dragón como explica el Feng Shui o la magia de los druidas. Fuerzas conocidas entonces que ahora sorprenden a nuestros científicos.

Recordar el lenguaje de los canteros medievales y de los simbolos, es volver a habar el lenguaje de los iniciados, proseguir con esa cadena mágica y reencontrarnos con nuestro ser intimo que se hace hoy, las mismas preguntas que ayer.

He estudiado Arte, he leído las versiones ortodoxas y heterodoxas de la interpretación de estos lugares. Y he viajado, para poder tocarlas y sentir su energía,usando mi corazón, intelecto y sobre todo intuición, para intentar ponerme en la piel de quienen hicieron esas obras y entender,y el fruto de ello, se irá escribiendo poco a poco, en esta bitacora de navegantes y peregrinos intrépidos.

Podréis encontrar artículos, sobre el simbolismo de la espiral, la Mesa de Salomón, etc., en esta página mía:

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